SÁBADO 12

¡Hazme justicia! (v. 3)

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Lc 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

“En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ”.

Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”

Palabra del Señor.

¡Hazme justicia! (v. 3)

Nos encontramos, nuevamente, con el pasaje del juez indiferente y la viuda que clamaba justicia. Más allá de la enseñanza que nos dice que hay que orar sin desfallecer (v. 1), debemos descubrir, también, la dimensión social de la oración.

¿En qué sentido?: así como la viuda insistió hasta que le hicieran justicia, en la oración acogemos todas esas realidades de injusticia, desigualdad y corrupción, oramos para que el Señor nos ilumine y, así, alzar la voz sin desfallecer: ¡Hazme justicia! (v. 3)

Mario A. Hernández Durán, Teólogo.