LUNES 4

La niña no está muerta… (v. 24)

Lectura del santo evangelio según san Mateo

Mt 9, 18-26

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir”.

Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.

Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: “Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.

Palabra del Señor.

¡Imponle tus manos y vivirá! (v. 18)

Hay muertes inevitables, evidentes, que lloramos y acogemos; pero hay muertes ocultas, mudas, que sufrimos y no comprendemos; voces que las han dado por hecho, como si la muerte fuera una condena. Pedimos al Señor que venga a imponer sus manos y, así, tener la certeza de que vivirán (cf. V. 18)

Que nadie muera: ¡Toma sus manos y levántalos! (cf. v. 25).

Mario A. Hernández Durán, Teólogo.