VIERNES 3

Así tiene que ser levantado el Hijo del hombre (v. 14)

LA SANTA CRUZ (Fiesta litúrgica en México)

En la Iglesia universal la fiesta de la Santa Cruz se celebra el 14 de septiembre, al día siguiente de la dedicación de la «Iglesia de la Resurrección», levantada en Jerusalén sobre el sepulcro de Jesucristo. Antes de la reforma litúrgica del Vaticano II esta fiesta se llamaba «La exaltación de la Santa Cruz». Entonces también se celebraba otra fiesta, la del «Hallazgo de la Santa Cruz», el día 3 de mayo.

Dado que en México la celebración de la Santa Cruz en este día está muy arraigada, sobre todo en el sector de la construcción, el Episcopado Mexicano pidió autorización a la Santa Sede para seguirla celebrando el 3 de mayo en vez del 14 de septiembre, con lo cual siempre cae dentro del Tiempo Pascual. Ciertamente la cruz es el trofeo de la victoria pascual de Cristo sobre la muerte.

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,13-17)

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él».

Palabra del Señor.

La cruz como signo de amor

El Hijo ha sido levantado no solamente sobre la cruz, sino de la muerte a la vida, por medio de la resurrección. La cruz no representa la muerte definitiva, ni la muerte es el final de todo, ni ambas deben considerarse como condena implacable, porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él (v. 17).

En la cruz -dice Sta. Teresa- está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo (Poema: La Cruz); así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna (vv. 14-15).

Mario A. Hernández Durán, Teólogo.