Lectura del santo evangelio según san Mateo (11, 25-27)
En aquel tiempo, Jesús exclamó: «¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Palabra del Señor.
Nuevamente nos encontramos con este momento donde el Señor nos dice que para el Padre nadie es privilegiado por saber mucho, o por tener poder entre los hombres y éxito ante ellos.
Simple y sencillamente mira la sencillez y la humildad, la disponibilidad del corazón a su palabra y el agradecimiento ante su presencia (cf. v. 26)
Como a Moisés, nos busca en la lejanía de un monte, trabajando en la simplicidad de un oficio y no en medio de la fastuosidad de los imperios humanos (cf. Ex 3,1-2), y nos elige para anunciar que somos libres.
¿Quién soy yo…? (Ex 3,11)
Mario A. Hernández Durán, Teólogo.
RAZONES Y REFLEXIONES 