DOMINGO 17

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

El primer día después del sábado, muy de mañana(Lc 24,1)

La resurrección se manifiesta ante nosotros como principio transformador, inicio de algo nuevo, cambio y reconfiguración de la vida; en ese primer día comienza todo, un amanecer distinto, definitivo, que alborea muy de mañana

En ella palpita la fuerza de la vida que, incontenible, se sobrepone a los sepulcros del olvido, que quieren ocultarla para siempre. Las piedras son retiradas, para que los ojos, opacados por el llanto, miren con asombro el milagro que sobrecoge y desconcierta: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado(vv. 5-6)

La resurrección es respuesta amorosa del Padre, recompensa generosa para quien ha sido fiel a su voluntad, hasta el extremo. En el corazón del Dios de los vivos(Mt 22,32) no hay lugar para la muerte definitiva de los suyo, por eso en el Hijo nos ha dado vida, y vida en abundancia. (Jn 10,10)

La resurrección se actualiza en cada amanecer, no es ya un acontecimiento del pasado, ni se agota sólo en Jesucristo; en él se cumple y se configura, poco a poco, como proyecto de vida que hoy reorienta y da sentido a todo lo que somos.

La hacemos nuestra cuando decimos ¡creo!, pero ¿acaso dejamos que permee la historia y su devenir…? Corremos el riesgo de convertir el mundo en un gran sepulcro, y sobre él, una piedra inamovible, sellada con el odio que condena y mata.

No obstante, hoy puede ser el primer día. Dejémonos guiar -dice el Papa Francisco- por las mujeres del Evangelio, para descubrir con ellas la manifestación de la luz de Dios que brilla en las tinieblas del mundo (Homilía, Vigilia Pascual del 16 de abril de 2022). Que muy de mañana llegue a todos los pueblos y a todos los hombres la alegre noticia.

Trabajemos para remover la piedra para que todos vean el sepulcro vacío; que cada corazón sepa que no hay lugar entre los muertos para quienes están vivos y que a todos los corazones llegue el anuncio: ¡El Señor está vivo y en él hemos resucitado!

Mario A. Hernández Durán, Teólogo.