MARTES 21

Baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa (v. 5).

LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Más importante que los relatos antiguos de la Presentación de la Virgen María en el Templo, la memoria viva de las Iglesias del Oriente y del Occidente celebran hoy la entrega que de sí misma hizo la santísima Virgen al Señor, en el umbral de su vida consciente. Todos los cristianos podemos encontrar en María santísima “la llena de gracia”, el modelo de una vida consagrada a hacer la voluntad de Dios (Misal Buena Prensa).

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 1-10)

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa»

Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido».

Palabra del Señor.

¿En qué medida deseamos conocer, realmente, a Jesús? ¿Hay alguien que nos lo impida? ¿Tenemos alguna limitación, o auto-limitación, que no nos permita alcanzar libremente nuestro objetivo?

Si así fuese, Zaqueo nos deja una enseñanza: correr tras los pasos del Señor y, con determinación, superar cualquier obstáculo hasta encontrarnos con él (cf. v. 4). Y, de igual manera, al ver el empeño y la firmeza de nuestra voluntad, sin lugar a duda, él nos dirá: Baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa (v. 5).

Mario A. Hernández Durán, Teólogo.