LUNES 5

Cuando él vio la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: “Amigo mío, se te perdonan tus pecados” (v. 20)

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Lc 5, 17-26

Un día Jesús estaba enseñando y estaban también sentados ahí algunos fariseos y doctores de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. El poder del Señor estaba con él para que hiciera curaciones.

Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de entrar, para colocarlo delante de él; pero como no encontraban por dónde meterlo a causa de la muchedumbre, subieron al techo y por entre las tejas lo descolgaron en la camilla y se lo pusieron delante a Jesús. Cuando él vio la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: “Amigo mío, se te perdonan tus pecados”.

Entonces los escribas y fariseos comenzaron a pensar: “¿Quién es este individuo que así blasfema? ¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar los pecados?” Jesús, conociendo sus pensamientos, les replicó: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Se te perdonan tus pecados’ o ‘Levántate y anda’? Pues para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –dijo entonces al paralítico–: Yo te lo mando: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

El paralítico se levantó inmediatamente, en presencia de todos, tomó la camilla donde había estado tendido y se fue a su casa glorificando a Dios. Todos quedaron atónitos y daban gloria a Dios, y llenos de temor, decían: “Hoy hemos visto maravillas”.

Palabra del Señor.

¿Qué es más fácil? (v. 23)

El perdón es “fácil” cuando, después de confesar nuestras culpas y pecados, recibimos de un ministro la absolución, prefigurada en las palabras de Jesús: se te perdonan tus pecados(v. 20).

No obstante, el evangelio nos lleva más allá, y en Jesús mismo se prefigura otra dimensión: ser capaz de perdonar y, además, la posibilidad de reintegrar al hombre su dignidad, curándolo (cf. v. 24).

Nos enseña, además, que en torno al perdón hay una dimensión social, que nos involucra a todos, y que supera toda intensión de individualizarlo (mi perdón): un grupo de hombres, de fe profunda, desea que su hermano sea curado y perdonada, y hacen lo imposible para colocarlo ante Jesús(v. 18); en contraste con aquellos que dudan de Jesús y prefieren que aquel hombre siga sometido a una voluntad abstracta y ajena al dolor humano.

Jesús perdona, y nos enseña a perdonar, en nombre de Dios y, así, sobreponiéndonos a toda experiencia de condena, podamos decir: Hoy hemos visto maravillas(v. 26).

Mario A. Hernández Durán, Teólogo.